miércoles, 28 de octubre de 2009

TU LO PROMETISTE


CUANDO DE PROMESAS SE TRATA ¿SOMOS DE OÍDO FÁCIL?
Dicen que los seres humanos somos visuales, pero personalmente creo que algunos somos auditivos. Lo que yo creo es que algunos (temporalmente o por siempre jamás, depende del caso) tenemos un dispositivo instalado en los oídos para creer lo que no es una promesa ni un juramento, sino simples y llanas palabras de dudosa veracidad. Y ojo, el poder que ejerce este alocado sistema auditivo sobre nuestro sentido auditivo se multiplica cuando se trata de palabras como amor, lealtad, fidelidad, futuro y eternidad. ¿Verdadero o falso?
¿Solo creemos lo que queremos escuchar? y, en más de un caso, ¿nos hemos vuelto adictos a las mentiras? Veamos.
Hace poco vi una obra de teatro. La trama iba así. Un matrimonio y su hijo están a punto de mudarse a otro país. Están empacando las últimas cajas cuando de pronto, tras unos golpes sorpresivos en la puerta, aparece en el umbral una novia que el hombre tuvo 24 años atrás. Él no la reconoce (digamos que desde los 17 al los 41 las personas no permanecen intactas como momias embalsamadas). Ella ha venido a exigir el cumplimiento de la promesa que él le hizo el verano en el que se enamoraron: amarla y quedarse a su lado para siempre.
Ustedes pensarán ¿qué tuerca le falta a esta mujer para aparecer veintitantos años después y obligar a un hombre casado a dejarlo todo para irse con ella tan solo por el valor de un juramento de juventud? Pero si vemos el asunto desde otro ángulo, a la loca no le falta cierta razón. ¿Qué pasa si en verdad le creyó?, ¿qué pasa si en realidad pasó buena parte de su vida como una Penélope esperando que Ulises se aparezca por ahí?, ¿no creen que un día se cansó y pensó “si Mahoma no va a la montaña”, lo googleó, lo encontró y fue a reclamar lo prometido?
Y si lo pensamos en un nivel macro, ¿qué pasaría si en este momento salimos todos en busca de los bocones que nos juraron amor eterno en vano o nos hicieron tragar floros baratos?, ¿se armaría una guerra de los mil demonios?, ¿se establecería un nuevo proyecto de ley que ampare los millones de casos promesas rotas en el país?, ¿qué pasaría con los divorcios?, ¿los demandandos recibirían sanciones para quemarse como pollo en las brasas del infierno por no llegar a amarse en las buenas y en las malas hasta que la muerte los separe? La justicia sería otra, en definitiva.
No creo ser el único. Quién no ha escuchado a algún amigo o amiga lamentarse entre litros de alcohol o helado y torta de chocolate, entre mocos y lágrimas decir: “él me dijo…”, “el juró por el alma de su abuelita que…”, “ella me prometió que….”, “no te creo, ella me ha jurado que no…”. Pues sino todos, muchos de nosotros nos hemos encontrado en tales escenas y sus versiones tecnológicas son para cagarse de risa: (con voz de tragedia griega versión alterada): “mira la carta que me mandó”, “toma mi celular y lee todos los mensajes que me puso Fulanito ese mismo día”, “lee este mail”, “su estado de Facebook dice que está en una relación conmigo”, “lee el post que me escribió cuando nos conocimos”. Pues lamentablemente para los creyentes de las palabras, todas pueden ser reducidas a una vil mentira.
Sin embargo, no hay que olvidar tres variables importantes. Emisor-mensaje-receptor (no sé porqué recordé mis clases de semiótica).
Uno. Este es un asunto de dos. El asunto no es solo una debilidad de muchas personas que creen lo que su chica, novio, o novia dicen o no tienen la valentía para aceptar lo que no quieren escuchar. Del otro lado están estos seres humanos inmaduros, invencibles en el terreno de meter floro a diestra y siniestra, sin ser necesariamente inteligentes pero sí vivos como culebras y que, en palabras de mi abuela: "podrían vender hielo en el polo norte", pero no a cualquiera sino a su presa favorita: chicos (como yo) de muy baja autoestima desesperadas por creer lo que sea.
Un par de palabras bien dichas, una frase que te toca la llaga, que te lame la autoestima caída, unas caricias auditivas y plaf! caemos como moscas, a los pies del hablador. Y no olvidemos al hablador y al escritor. Cuando la mezcla es doble es explosiva por no decir mortal. Es increíble como nuestros oídos nos pueden dejar ciegos. Nos dejamos convencer por palabras, por promesas que además de sonar de lo más ridículas, son mentiras. Mentiras que suenan bien pero que terminan siendo simples y aburridas falsedades. Algunos ejemplos usuales para complementar:
- Voy a cambiar (“Sí, cholo”, como diría mi amiga jacky).
- Eres la mujer de mi vida (Después de mi mami, de mi ex y de mi perrita Pochita)
- Nadie te amará como yo (felizmente)
- Nada podrá separarnos (Eso dijeron del Titanic)
- Siempre estaré ahí para ti (ver para creer)
- Esta vez va a ser diferente (¿Cómo?)
- Tú siempre serás el primero en mi vida (¿y qué hacemos con el segundo y el tercero?, ¿ nos mudamos a la mansión playboy? )
- Te amo para siempre (A ver ¿me pasas tu definición de siempre?)
- Nunca me dejes ( ¿Apostamos?)
- Tú eres el único (Quiero que me lo demuestres, no que me lo digas)
- Necesito tiempo (Lo que quieres es dejarme en cámara lenta, cobarde)
- Necesito tiempo para pensar (¿Mentir te dejó exhausto?)
- No te merezco (Eso es obvio)
- Te prometo que alguien te dará lo que te mereces (Este se cree la reencarnación de Nostradamus).

¿Porqué escuchamos fuerte y claro lo que es obviamente una mentira y somos víctimas de una comodona sordera cuando se trata de cosas que no “conviene oír”?
Yo me he vuelto un poco político en este sentido porque vaya que he tenido mi cuota de “calentadores de oreja”, como los llama papá Corleone, así que desde ahora quiero hechos y no palabras. Las palabras son bonitas, no lo dudo, pero a fin de cuentas expresiones que para un mentiroso no valen nada y para una persona que no se quiere, valen su peso en oro por cada letra que acierta en el blanco.
Pensando en esto, me pregunto ¿por qué la gente no dice la verdad?, por más dolorosa o sangrienta que nos parezca es lo mejor para los dos, ¿porque no somos sinceros con nosotros mismo?. ¿Estamos dispuesto a decir siempre la verdad y dejar de herir a alguien que sabemos nos quiere? y la pregunta del millón ¿por qué prometemos cosas que sabemos no podemos cumplirlas y por que las decimos en voz alta?...

Definitivamente mi segunda serie preferida.... If you love me, Won't you let me know?


apesar de todo... :(

2 comentarios:

  1. Me acorde d una promesa q nos hicimos mi ex y yo (luego de 4 años de relacion)...Amarnos por y para siempre.... Pero fue como dices simples ejercicios d calentamiento d oreja...¿Hay Viole que sera d tu vida--??...Nezziooo

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  2. Es bueno recordar:
    * k es lok kremos escuchar y
    * k es lo k escuchamos
    aveces esas 2 cosas son iguales asta k incluzo podemos obligar a la otra persona a decir lo knos gustaria oir!!
    Pero es la decicion de cada uno:
    * Decir lo k sentimos realmente [No lo del momentO] o
    * Lo kno sentimos y decimos para salir del apurO

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