sábado, 29 de agosto de 2009

¡Diego,me he enamorado !


AHORA NO ME QUEDA NI MEDIA DUDA, EL AMOR SI EXISTE.
Cuando llegué devuelta a Ayacucho , después de algun tiempo, andaba un poco desubicado. Por un lado me parecía que nada había cambiado, pero la verdad es que interiormente sí, y bastante. Los cambios siempre hacen que me dé cuenta de algunas cosas. En esa época un cierto cinismo habitaba en mí. Pocas semanas después conocí a alguien. En la primera conversación que tuvimos a solas, ella, que luego pasaría a ser parte de mi lista de amigas y personas que admiro, me dijo que, a pesar de vivir en Ayacucho hacía muchos años, se sentía tan extraña como yo. Y no estábamos hablando de la vida en general, sino de un tema en particular: el amor.

Tanto ella como yo nos reconocíamos y, ya después de conocernos un poco más, en una noche de conversaciones y jarras eternas, nos reafirmamos como dos personas que no habían perdido la fe en el amor, sino que simplemente para nosotros no existía. Y a pesar de reírnos, no lo admitíamos con orgullo, pero sí no con una cuota de sarcasmo y algo de decepción pasada, como quién regresa de una batalla abandonado, cada vez más lejano y a la que no volveríamos ni a palos. Por eso, hoy casi me caigo de la silla cuando me dijo, textualmente, desde una ventana del chat: diego!, creo que me he enamorado.
Pensé que se trataba de ese “me he enamorado” a los que muchos nos referimos cuando acabamos de conocer a alguien espectacular o cuando hemos tenido una cita que nos ha dejado las legendarias maripositas en el estómago. Pero no. No era broma. La señorita “odio el rosado, detesto a zac efron, los ositos de peluche y todos los clichés románticos habidos y por haber” estaba enamorada, mejor dicho, está enamorada y aún no salgo de mi asombro. En ese momento solo se me ocurrió preguntar una cosa: ¿En qué era diferente este chico de los demás novios y etcéteras que habían pasado por su vida?
Me dijo que su perfil no era muy diferente a sus anteriores historias. Esto añadió más confusión en mi cabeza. Me contó la historia. Lo había conocido un fin de semana en una fiesta de su mejor amigo . Algo totalmente casual, nada de citas a ciegas ni de indirectos: “él es perfecto para ti”, ni nada. El estudia administracion, tiene buen sentido del humor, es inteligente, interesante, nada guapo (según ella). Es decir, las mismas características que yo la había oído recitar al hablar de algún ex. Pero claro, faltaba un detalle. El detalle.
De regreso el domingo a sus casas , él la había jalado en su carro y se habían quedado atracados a solas en el tráfico un par de horas, durante las que el silencio se había alternado con palabras y miradas, esas de verdad, nada parecidas a alguna experiencia anterior, según me djo. Al llegar, estaban tomados de la mano. A pesar del shock de estar escuchando una historia de amor del teclado de mi, ahora ex compañera de escepticismo, pude reparar en eso de las miradas entre ambos y me aventuré a concluir: Lo has conocido en un momento en que estabas con ganas de amar y seguro él también. Ella me respondió con un rotundo . En serio, no había más que decir, sólo pensar: ¿Será ése el secreto?
Enterarme de esta noticia, me hizo recordar lo que pensaba antes y como todo va cambiando. Todo ese escepticismo se va al tacho cuando uno está de alguna manera, a veces inconsciente, a veces muy palpable, preparado para amar; y se encuentra en medio de una autopista atiborrada de extraños en otros autos, con alguien que también está más que listo para enamorarse.

No se cuánta gente tiene esa suerte, pero se la deseo a muchos, a todos. A mí también. Como le dijo Clint Eastwood a Merryl Streep: Hay certezas que sólo se tienen una vez en la vida. Yo solo espero que no tarde tanto como en esa bonita película, porque no quiero que el hola mujer que me diga esa frase, tan cierta –y ya no tan imposible de creerla, lo juro-, aparezca cuando esté casado con una mujer buena y aburrida, tenga dos hijos insoportables y viva en una casa perdida en la mitad de la civilización.
Estoy seguro que cuando me enamore será de otra manera, pero hoy me quedo con esa imagen de dos futuros amantes encerrados en un auto sin otra cosa que darse que la posibilidad de un amor real.

martes, 18 de agosto de 2009

911!!! NECESIDADES


Cuando uno tiene novio o novia , siempre tiene un número que marcar cuando pasa algo. Ese “algo” puede ser todo. Cuando te roban en la calle y solo él sabe lo importante que eran para ti todas las canciones de tu ipod, cuando se cumple un año desde que tu tío favorito murió, cuando has tenido una pesadilla en la mitad de una noche y despiertas y estas solo y asustado, cuando te vas de juerga con tus amigos y lo despiertas a las tres de la mañana para decirle ebrio cuánto lo quieres, cuándo alguien te hace una putada, cuando alguien que te importa te dice algo maravilloso, cuando logras algo que querías de verdad, cuando sientes que no puedes más y aún más cuando no puedes guardar más dentro de la garganta esas dos palabras trilladas, melosas, hasta cursis y que solo tienen un destinatario posible: ESA PERSONA. La última vez que lo dije bajé por el ascensor de de mi universidad con el celular en la mano. Apenas puse un pie en la calle marqué su número y apenas escuche su voz le dije: ¡hey! te amo. El me respondió un poco sorprendido: yo también. Pero eso no era todo, porque yo seguí: ¡es que no me entiendes! en serio, te amo, te amo, te amo. Creo que algunas personas se quedaron mirándome en la calle, pero no me importó. Esa ha sido la última vez que le hice una eufórica declaración de amor a alguien.
Ahora mi teléfono tiene menos chamba. Anda silencioso. Ahora celebro las buenas noticias con una buena canción que voy cantando a solas camino a casa; espero llegar a casa para llorar tranquilo y en privado, cuando las noticias no son tan buenas. Si me roban, ahora llamo a la Policía; cuando tengo miedo, me escondo debajo de mi colchita de verano; si estoy triste, “le hago huevos” ;si estoy muy triste, hago llamadas a toda mi lista de contactos o me voy a mi banca preferida a respirar; y si estoy contento, ahí sí hay miles de posibilidades, desde regalarme un café hasta poner un buen disco y bailar solo en pijama. Lo único que no puedo hacer es decir “te amo”, pero puedo vivir sin eso (por ahora).

miércoles, 12 de agosto de 2009

Busco DVD que abrace



Hace unos días una chica a la que estoy estrenando como amiga, es decir, esos seres asexuados (para los del club de la amistad ortodoxa) que están con nosotros y viceversa, en las buenas y en las malas, y que, como si fuera poco, es mi otro lado del espejo, una persona práctica y racional, me dijo algo que me sorprendió. Estábamos en una de nuestras recurrentes conversaciones sobre el amor, cuando le solté que para ser y estar feliz solo necesitaba mis películas y mi DVD.
- Tu DVD no te puede abrazar– me respondió. Me quedé frío.
Entonces comencé a pensar en las necesidades. Todos las tenemos. Unas más profundas, algunas muy superficiales, pero que igual luchamos por satisfacer. Así vaya por la vida pensando (o tratando de pensar) que yo solo puedo con todo, hay cosas para las que quisiera a alguien literalmente a la mano; una novia, pero una muy, muy práctica. Aquí van los requisitos. Ni en los avisos clasificados ni en Telemercado hay, ya pregunté.
MI DVD. Mi aparato reproductor de películas es casi, casi, mi mejor amigo, mi amante, mi novia. ¿Por qué? Simple. Es incondicional, además de culto y experto en darme placer audiovisual. Es políglota, lee todos los idiomas, y cuando yo no los entiendo, le pone subtítulos, ¿ven? eso es amor. Además, no distingue clases ni credos; lee original, pirata, prestado, bajado de Internet, no se hace ningún problema; no le importan las nacionalidades, temas ni directores, él siempre me acompaña. Está conmigo cuando regreso tarde de estudiar y quiero ver el final de la película que no pude terminar de ver la noche anterior cuando me quedé dormido (por llegar tarde a clases) y me la pone en el segundo exacto en el que la dejé. Eso es preocuparse de verdad por alguien.
Está a mi lado los domingos cuando solo puedo ver películas aptas para la única neurona que se quiere apuntar a una maratón de comedias románticas. Jamás me ha dejado cuando estoy triste y solo puedo ver las películas más duras de Bergman. Nunca se ha cansado cuando en mis rachas de cinefilia compulsiva veo una película tras otra y jamás se ha horrorizado, ni me ha juzgado, cuando hemos visto juntos una porno.
Además (punto muy importante), me es completamente fiel. Me espera paciente en casa y le da igual si tengo la cara lavada o con una de resaca horrorosa del día anterior. Tampoco es celoso, nunca ha dicho nada cuando he visto películas acompañado.
Así que lo mimo en retribución. Le paso una franelita más de dos veces a la semana, lo engrío limpiándole el cabezal con alcohol y no dejo nada encima de él que pueda dañarlo, como un vaso con agua o una pila de cajas de películas; y si un fin de semana me voy a algún sitio , lo desenchufo para que no me extrañe y para que pueda descansar tranquilo.
Pero mi nueva amiga tiene razón, el DVD jamás se moverá de su lugar en el mueble al lado del televisor, nunca compartirá mis risas, ni le darán ganas de meterse un revolcón conmigo y las triple X. Menos me abrazará cuando en realidad necesite un abrazo. En definitiva, quiero uno que sí lo haga. Ya lo dije, si ven alguno con esas características en la vitrina de los electrodomésticos, pasen la voz.