jueves, 10 de diciembre de 2009

FACIL,DIFICIL,COMPLICADO.

EN LA REALIDAD, ¿QUIÉN ES MÁS FÁCIL?

Si seguimos la línea del imaginario popular, las mujeres solo tenemos dos opciones: ser una chica “fácil” o ser una chica “de su casa”. Antes de desenrollar la madeja, pienso, ¿esta misma distinción se puede aplicar a los hombres? Es decir, ¿existen los chicos “de su casa” y los chicos “fáciles”? Veamos.

Se recuerda al público lector que este post puede ser peligroso para la salud mental de las mentes machistas sin distinción de género.

Ojo, estoy escribiendo desde un mito que la sociedad inventó --no sé quién le dio permiso-- y alimentó como pavo antes de Navidad por siglos, no desde la realidad. Todo comienza con el cuento que nos meten en la cabeza desde que somos niños y niñas: “hay chicas para casarse y hay chicas para divertirse” (nueva definición en Wikipedia del machismo para el verbo divertir: tener sexo sin sentimientos); si seguimos esta línea de asunciones, los hombres buscan a las chicas fáciles como objetos de diversión y punto. A esas a las que llamamos “fáciles” porque son “easy-to-get”, es decir, no se hacen las difíciles. Todo lo contrario. Pero atención, no se trata de conseguirlas a ellas, más bien, a algo que te pueden dar sin tanto rollo: sexo.

Dentro de las reglas de este supuesto, jamás osarán presentárselas a su mamá, no saldrán con ellas en público, no serán invitadas a ser parte del grupo de los amigotes y menos de sus sacrosantas enamoradas; simplemente serán utilizadas como una especie de PlayStation con falda por un rato y luego serán descartadas inevitablemente. Siempre serán la trampa, la ruca, la zorra, la regalona o toda esa sarta de adjetivos con los que son definidas, y el tema de burlas con el cebiche y las chelas del sábado después de la pichanga.

Por otro lado, tienen todas las recetas de cómo esconder debajo del saquito el tremendo escote que hay en esta “chica de su casa”. Esta mujer es percibida como una chica “tranquila”, es decir, inocentona, educada, dulce, una señorita con todas las de la ley. A esa chica se la pasa a recoger a su casa y se la deja a una hora “decente”; todo lo que las rodea tiene que tener esa halo, mejor dicho, pequeñísima halo de decencia requerida para la florcita que pasará de adornar el hogar familiar al matrimonial. Es muy probable que el chico interesado tenga que ser presentado a la familia antes de saborear un rico agarre con lengua. Hay que ir despacio con ella. No vaya a ser que se asuste. A esta chica hay que tomarla en serio, cómo no, si es la futura enamorada, novia, esposa y madre de nuestros hijos. Esta chica no llega tarde a casa, no tiene permiso para ir de campamento, viaje o cualquier situación que ponga en peligro su casta pureza.

Bueno, temo decirles que desde mi punto de vista todo esto es falso. Estas dos chicas son suposiciones. Simples convenciones sociales de lo que debe o no debe ser. Ya lo sé, hay gente de todo tipo, incluso algunas calzarían en los estereotipos que acabo de describir, pero no es la mayoría. Así que ¿por qué no extendemos la doble definición también para nosotros los hombres?, ¿es esto posible? ¿Podemos diferenciarnos a nosotros mismos en chicos de “su casa” y chicos “fáciles”?

Mmm. No es tan fácil darle la vuelta miles de veces a este tema, porque partimos de una contradicción. Los hombres, por lo general, somos alentados a salir, a tener “calle”. Haciendo muffins con la abuelita no solo le quitarían el puesto a las “chicas de su casa”, sino que de seguro se ganarían una falsa reputación de raros, potenciales homosexuales o comunes y silvestres lornazas.

He conocido en estos últimos años a varios muestras gratis de este tipo de chico que está más allá del pendejo tradicional; este chico es inescrupuloso, falto de un resquicio de moral y le importa un pimiento si tiene al frente a la novia de su mejor amigo, la hermana de su novia, la prima de su esposa, a una chica que está pasando por un mal momento (¿qué mejor momento para aprovecharse?), a una chica débil, a una chica tonta, a un chica buena, todas o cualquiera son lo mismo. Solo hace falta ser mujer. El fin de semana pasado veía cómo una amiga se estaba empujando una botella de cerveza de pico en un seco y volteado increíble, al ver que el chico con el que había estado “saliendo” la había saludado como quien saluda al portero y se había dirigido directamente a otra chica. Y eso que se lo advertimos porque varios del grupo conocíamos su fama. Es más fácil que hacer un pan con mantequilla. No nos hizo caso. El le metió el florazo barato de “tú eres especial” y ahí quedó todo. Felizmente, mi amiga es una tipa inteligente y en lugar de ir y reventarle la botella en la cabeza al pata optó por la opción digna de estar un rato más en esa reunión y luego irse a casa sola. Me contó al día siguiente que se acostó triste, se despertó aún más triste, pasó una tarde llena de rabia, pero para la noche su razón ya había empezado a funcionar, ¿qué más podía esperar de él? pues nada. ¿Lo quería para que fuese su novio? la verdad es que no. Asunto cerrado. Chico fácil, olvidado. Como él conozco a un par más que también se creen los reyes de su esquina de la de más allá y la de un par más de cuadras, y también a las mujeres que los utilizan. Y la verdad, como amigos está bien. Para algo más, no gracias. Paso.

Algunos dirán “Si pues, soy un pendejo y a mucha honra” (claro, están programados para sentirse orgullosos de un real o inventado historial sexual), otros se preguntarán ¿con qué derecho me lanzo a estereotipar a cierto contingente de muchachos como “fáciles”? (porque estoy seguro de que otro tanto asegurará que ellos son los cazadores, y por esa cavernaria razón son ellos quienes eligen a sus presas; bueno, ya es hora de despertar y oler el café, ustedes también son objeto de caza --aunque no se den ni cuenta, o no quieran ni darse por enterados--), Pues con el mismo con el que a veces somos etiquetados nosotros. Y debo decir que hay un gran punto que muchos olvidan porque es más fácil ignorarlo que hablarlo abiertamente: todo este asunto es puramente sexual.

Si se dan cuenta nuestros entornos alientan a los hombres a vivir su sexualidad a plenitud, les hacen barra para hacerse “hombres” (como si la hombría fuera equivalente a cierta cantidad de polvos, pero en fin, para el macho de hoy, más es mejor); en cambio las mujeres son exhortadas a reprimir no solo su sexualidad, sino a esconderla, como si no existiera, o peor aún, a rebajarla a nivel de objeto, es decir, mientras menos sexo, serás más valorada no solo por los hombres, sino por la sociedad en general. Nuestro cuerpo es una “cosa” que hay que cuidar. Mientras menos uso, será mejor cotizado en el mercado del amor y del matrimonio.

Sin embargo, ¿por qué digo que toda esta diferenciación está basada en un mito? Porque no es real. Esas mentiras no existen y tampoco te llevan al final del cuento de hadas. El cuento del playboy que finalmente se enamora de la chica “de su casa” porque es distinta a las demás (las demás son las “fáciles”, claro está) y deja de ser un pendejo para convertirse en un fiel príncipe azul porque está enamorado, es una farsa. No existe. Qué es lo que valoran de la chica que tienen a lado, ¿solo su kilometraje sexual? Y si la valoran por eso, ¿cómo saben las estadísticas de su “pasado”?

Este ha sido una reflexión basada en hechos reales de la que me quedo con una sola conclusión: a nadie le gusta ser etiquetado, estereotipado y definido, antes de ser conocido. Por una razón muy simple. Todos somos diferentes. Creo que tenemos y nos reservamos ese derecho. Hemos crecido de forma distinta y nos enfrentamos al amor o sus derivados, con las armas que tenemos, como podemos; y eso cambia con el tiempo. No existen dos tipos de mujer ni un solo tipo de hombre. Existen millones, uno por cada persona. Cada quién es libre de escoger.
Por eso creo que existe cierto tipo de chicas en los que sí creo, y que me gustan. Las chicas reales, inteligentes; los suficientemente capaces de sacudirse un poco de la mala educación y pensar de la misma forma como viven, con libertad. Pero una libertad de verdad. Las que no le temen a los hombres que no pueden encasillar dentro de lo desconocido, indescifrable, y por ello, quizás, aterrador. Les aseguro que detrás de algún bonito prejuicio, puede haber una chica de la que se pueden enamorar. Yo ando en busca de una de esas

Así que piensen dos veces la próxima vez que vayan a tildar a una chica de “fácil”, quien sabe, quizás hay alguien a tus espaldas que esté diciendo lo mismo de ustedes. La hipocresía les puede dar una cucharada de su propia medicina. Y vaya que es amarga.

No enfrasquemos a las personas, todos somos diferentes nadie nació minusválido emocionalmente todos podemos enamorarnos y perdonar los defectos del pasado si es que los tuvimos .

PD.a pesar de todo creo a ver sido en algún momento de mida un chico fácil, pero si alguien fácil tiene algo con otra persona y se esfuma eso no lo vuelve en fácil también?.y tu lo fuiste,lo eres?

Uno de los chicos fáciles del cine. Alfie. Miren cómo terminó. (Disculpen la traducción, no encontré esta misma escena subtitulada).

1 comentario:

  1. yo conosco 1...

    y su devut fue en el baño del pacha aunk diga k no paso nada .... si paso :D

    yo lo se

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